El éxito no vive en el futuro ni se esconde en el pasado. Está aquí, en este segundo que respira contigo. Cuando habito el presente, soy adulto. Y solo el adulto puede mirar con compasión, reconocer la dignidad de cada instante, y agradecer sin condiciones.
Cada objeto, cada sistema, cada vínculo vibra conmigo. La silla, el teléfono, la casa… todo percibe mi frecuencia, todo me invita a resonar o a sanar.
Estar presente no es una técnica, es una rendición amorosa. Porque en el ahora no hay juicio, solo plenitud.