Los animales están al servicio del sistema humano. Cargan nuestras emociones, nuestros conflictos, incluso nuestras enfermedades, por amor. Y lo hacen para ayudarnos a vivir en el presente. Pero también necesitan que los veamos como lo que son: animales. No como hijos, ni como sustitutos de excluidos. Cuando los humanizamos, los confundimos y los hacemos sufrir.