Este ejercicio nos invita a rendirnos ante el destino como un acto de profunda sabiduría interior. Al soltar la necesidad de controlar cada paso, abrimos espacio para que la vida nos revele su propósito oculto. Renzo Alfaro nos guía hacia una entrega consciente, donde confiar en el flujo de los acontecimientos se convierte en una forma de sanación.
Aceptar el destino no es resignarse, sino reconocer que cada experiencia, incluso la más desafiante, guarda una enseñanza para el alma. En este espacio de rendición, descubrimos que el verdadero poder no está en resistir, sino en permitir que lo que debe suceder, suceda. Así, el destino deja de ser una amenaza y se transforma en un camino de evolución.