La primera fuerza del amor es el vínculo. Es aquello que nos conecta más allá de las palabras, más allá de los actos. Es lo que nos une a nuestros padres, a nuestros hijos, incluso cuando no los comprendemos del todo
La primera fuerza del amor es el vínculo. Es aquello que nos conecta más allá de las palabras, más allá de los actos. Es lo que nos une a nuestros padres, a nuestros hijos, incluso cuando no los comprendemos del todo
Si a la vida La vida pulsa, incluso en medio del mundo que se desvanece. Este mundo mortal no es la vida verdadera, porque la vida continúa, más allá del tiempo, más allá del cuerpo. Es un susurro eterno que nos invita a recordar que estamos aquí para amar, para sanar, para despertar. Di sí a la vida. A la que no se ve, pero se siente. A la que no termina, sino se transforma.
“Sí a la vida.” Aunque el cuerpo recuerde, aunque la mente resista, aunque el alma aún no comprenda, decimos sí. Sí al misterio, sí al dolor que enseña, sí al amor que transforma. Porque vivir no es entenderlo todo, es entregarse, es confiar, es pertenecer.
“Sí a la vida.” Aunque el alma dude, aunque el cuerpo tiemble, aunque el camino no se revele, decimos sí. Sí al instante que nos llama, sí al silencio que nos abraza, sí al amor que no exige. Porque vivir es rendirse sin perderse, es confiar sin entender, es amar sin condiciones.
“Sí a la vida.” Aunque el pasado nos visite, aunque el miedo nos susurre, aunque el amor aún duela, decimos sí. Sí al instante que nos transforma, sí al vínculo que nos revela, sí al orden que nos sostiene. Porque vivir es recordar sin quedarnos, es amar sin poseer, es caminar con lo invisible.
“Sí a la vida.” Aun cuando el alma tiembla, cuando el cuerpo recuerda, cuando el pasado se asoma con sus sombras, decimos sí. Porque rendirse no es caer, es abrirse. Porque elegir la paz es un acto de coraje silencioso. Hoy, como ayer, como mañana: sí a la vida.
“Sí a la vida.” Aunque el caos nos confunda, aunque el orden parezca lejano, aunque el alma aún no se acomode, decimos sí. Sí al instante que nos revela, sí al vínculo que nos ordena, sí al amor que no exige. Porque vivir es permitir el desorden sin perder la fe, es abrirse al cambio sin perderse, es decir sí, incluso cuando no entendemos.
“Sí a la vida.” Aunque el alma se desordene, aunque el cuerpo no responda, aunque el amor parezca distante, decimos sí. Sí al instante que nos acomoda, sí al vínculo que nos devuelve, sí al orden que nos habita. Porque vivir es confiar en lo invisible, es rendirse sin perderse, es volver a casa, una y otra vez.
“Sí a la vida.” Aunque el alma se desacomode, aunque el cuerpo no sepa cómo seguir, aunque el amor parezca lejano, decimos sí. Sí al instante que nos acomoda, sí al vínculo que nos devuelve, sí al orden que nos habita. Porque vivir es confiar en lo invisible, es rendirse sin perderse, es volver a casa, una y otra vez.
“Sí a la vida.” Aunque el alma se desacomode, aunque el cuerpo no sepa cómo seguir, aunque el amor parezca lejano, decimos sí. Sí al instante que nos acomoda, sí al vínculo que nos devuelve, sí al orden que nos habita. Porque vivir es confiar en lo invisible, es rendirse sin perderse, es volver a casa, una y otra vez.
“Sí a la vida.” Aunque el alma se desacomode, aunque el cuerpo no sepa cómo sostenerse, aunque el amor parezca lejano, decimos sí. Sí al instante que nos revela, sí al vínculo que nos ordena, sí al silencio que nos acomoda. Porque vivir es permitir, es confiar sin certezas, es volver al centro, una y otra vez.
“Sí a la vida.” Aunque el perdón no se parezca a lo que esperábamos, aunque la paz no llegue por donde la buscamos, aunque el alma aún no entienda, decimos sí. Sí al instante que nos aclara, sí al vínculo que nos libera, sí al orden que nos devuelve. Porque vivir es permitir que el sentido llegue después, es abrirse al misterio sin exigir respuestas, es descansar en lo que ya es.
“Sí a la vida.” Aunque el alma se desacomode, aunque el cuerpo no sepa cómo sostenerse, aunque el amor parezca lejano, decimos sí. Sí al instante que nos revela, sí al vínculo que nos ordena, sí al silencio que nos acomoda. Porque vivir es permitir, es confiar sin certezas, es volver al centro, una y otra vez.
“Sí a la vida.” Aunque el alma se desacomode, aunque el cuerpo no sepa cómo sostenerse, aunque el amor parezca lejano, decimos sí. Sí al instante que nos revela, sí al vínculo que nos ordena, sí al silencio que nos acomoda. Porque vivir es permitir, es confiar sin certezas, es volver al centro, una y otra vez.
“Sí a la vida.” Aunque el alma se desacomode, aunque el cuerpo no sepa cómo sostenerse, aunque el amor parezca lejano, decimos sí. Sí al instante que nos revela, sí al vínculo que nos ordena, sí al silencio que nos acomoda. Porque vivir es permitir, es confiar sin certezas, es volver al centro, una y otra vez.
“Sí a la vida.” Aunque el alma se resista, aunque el cuerpo no comprenda, aunque el amor parezca lejano, decimos sí. Sí al instante que nos revela, sí al vínculo que nos ordena, sí al silencio que nos acomoda. Porque vivir es permitir, es confiar sin certezas, es volver al centro, una y otra vez.